(Agustín «Oso» Tapia, 2020)
El cine de género en México tiene un bagaje interesante en el cual destacan nombres como el del director y guionista Carlos Enrique Taboada (Hasta el Viento Tiene Miedo, 1968) o el excéntrico Juan López Moctezuma (Alucarda, la Hija de las Tinieblas, 1977). Incluso en tiempos más recientes, gente como Guillermo del Toro (Cronos, 1992), Rigoberto Castañeda (Km 31, 2006) o Emilio Portes (Belzebuth, 2017) siguen generando este tipo de cintas en medio de una oferta que opta más por las muy gastadas comedias románticas de fórmula.
Sin embargo, la oferta en cuanto a cine de terror, suspenso y fantástico en México que llegue a tener una corrida comercial sigue siendo un tanto escasa. Es por ello que cuando nacen proyectos con esta temática en un país donde se consume mucho cine de este género suelen llamar la atención aunque tengan resultados más fallidos que exitosos.

Tal es el caso de Cuidado con lo que Deseas, del director oriundo de Torreón, Coahuila, Agustín Tapia, quien después de 13 años sin dirigir un largometraje regresa con esta propuesta donde una pequeña reunión familiar con un simple festejo de cumpleaños de marco se convierte en un relato macabro de traición, venganza y muñecos diabólicos muy fallido.
Los primeros minutos de la cinta nos presentan la dinámica de una familia cuya relación no es la mejor y que buscan fortalecer sus lazos. También nos presenta esa ambientación interesante aunque aclichada de la casa en medio del bosque así como una relación de hermanos que recuerda a Caín y Abel. Pero es la presencia de un pequeño muñeco guiñol viejo de nombre Hellequín la que llama más la atención.
Este pequeño muñeco diabólico parecería ser el detonante de este relato de suspenso que, el mismo Tapia ha comentado, fue influenciado por series de televisión como la de Alfred Hitchcock Presenta y La Dimensión Desconocida, pero tristemente los factores que podrían haber entregado una cinta medianamente entretenida en el género caen en lo predecible y matan poco a poco la supuesta tensión generada.

Esto es culpa del guión complaciente que mas allá de explotar los clichés conocidos, se sabotea a sí mismo al revelar los giros muy pronto de forma burda despojando al relato de la duda ante el espectador de lo que sucederá e incluso relegando los factores de terror/fantasía a un segundo plano que más que darle un sentido a este misterio lo desarma de sus principales armas.
Esto es lo más triste ya que la idea de Hellequín, el muñeco maldito así como el diseño y sus motivaciones no eran del todo malas pero son llevadas por un camino también mal ejecutado donde este personaje se aleja de clásicos referentes como lo son Anabelle o Chucky, incluso de la muñeca de ese clásico de culto mexicano de nombre Vacaciones de Terror (Cardona III, 1989), para caer en lo caricaturesco o hasta bonachón.
Las actuaciones no se quedan atrás en esta mala nota. Si bien se aprecia que Fernanda Castillo trate de salir de los papeles de comedia e intenta hacerlo bien, la historia en la que la vemos metida no funciona del todo bien ante las sobreactuaciones de sus coprotagonistas, Juan Ríos como Bernardo e Iván Arana como Esteban, quienes de repente tienen momentos más hilarantes que de miedo o tensión debido a su mal desempeño actoral aunado a una historia que termina en el absurdo.

Duele ver que los valores de producción como la fotografía, el diseño de arte e incluso la creación de Hellequín se vean desaprovechados por un guión que pareciera no saber generar el suspenso que debería y que no usa los recursos y clichés que a todas luces tiene para enfocarse en las atmósferas, en la sensación de un verdadero peligro desconocido o simplemente de un giro sorpresa que pueda ser revelador.
Todo esto, tristemente queda relegado en este filme que más que generar un cuidado por lo que deseamos, pone a pensar en qué se tiene que tener mucho más cuidado en el desarrollo de buenas historias en el género que llamen la atención de la gente, los atrapen y les ofrezcan algo que por lo menos sea interesante. Sin duda, este arlequín del miedo se va triste por un resultado que se queda en otro mal intento para tratar de refrescar al suspenso, terror y cine fantástico mexicano.

Por A.J. Navarro
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