No soy fan de Baz Lurhman como director, aunque debo decir que reconozco una firma en sus películas: tiene un estilo visual grandilocuente y gariboleado que sí llena la pantalla… en resumen, hace que sus películas sean dignas de verse en el cine. También puedo reconocer en él que tiene una gran habilidad para llenar de modernismo lo vintage y hacer una rara mezcla anacrónica.
Tampoco soy fan de Elvis. Conozco sus canciones más representativas y sé perfectamente que es un icono cultural norteamericano que ha trascendido varías generaciones, sin embargo, no es un cantante que escuche regularmente. Conocí más ahora de su vida con esta película que lo que sabía antes de esta.
Ya con las debidas aclaraciones debo decir que Elvis de Baz Luhrman es un trabajo visual y cinematográficamente relevante que llena de banalidad la humanidad y carencias del ser humano que fue Elvis Presley. Todo el artilugio visual que ves en pantalla distrae de lo emocionalmente relevante. Me refiero a la adicción a las drogas, la soledad por estar lejos de su familia, los excesos del medio, el divorcio con Priscilla… todo esto que pienso es relevante se difumina con el brillo del barroquismo de la forma de Luhrman. Este atascado de formas, brillos y exageración solo lo hace presuntuoso, pero creo que ahí radica la grandeza de su director.
Había momentos que debían ser muy emotivos, dolorosos e incluso penosos y no me comunicaron ninguna emoción o empatía por el personaje de Elvis, simplemente las cosas pasaban y ya. Tampoco significa que la película sea mala, dista mucho de serlo; Baz Luhrman debía adaptar su estilo en beneficio de lo que se quería contar para que el relato tomara más relevancia que todo el brillo y la exageración visual.
Retomando las escenas más emblemáticas de Elvis: Austin Butler lo hace extraordinario y aunque no se parece a Elvis, como espectador compras esta fantasía porque lo rememora en muchas maneras. Pasa lo mismo que con Mi semana con Marilyn (2011) de Simon Curtis, Michelle Williams no es nada Marilyn Monroe pero, sin duda la evoca, transporta al espectador y lo conecta con la esencia de lo que era la imagen de Marilyn.
Tom Hanks como Tom Parker, representante de Elvis, te deja sin palabras. Sabes que es Hanks pero se convierte en de inmediato en tu mente en acaparante representante. Tom Hanks es inigualable.
Elvis es en todo sentido digna de ver y de visitar varias veces sin ninguna duda. Aunque pienso que falla un poco en dejar comunicar las emociones que se ven ahogadas entre tanta parafernalia visual de Luhrman. Es grande, visual y probablemente lo mejor del director a la fecha.

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