DOS ESTACIONES | Juan Pablo González | México – Francia – Estados Unidos | 2022 | 99 min.
Representando a México en la 73 Muestra Internacional, se proyectará, del 30 de marzo al 4 de abril, en la Cineteca Nacional, la película Dos Estaciones, del director Juan Pablo González. Dos Estaciones es el primer largometraje de ficción de este director, y ha sido galardonado en los festivales de cine de Sundance y el de Morelia.
Esta película nos introduce al mundo de María García, una mujer mexicana de edad adulta que ha heredado y dirige, por sí misma, una fábrica mediana de Tequila en los altos de Jalisco. Durante el metraje, veremos cómo María encuentra grandes dificultades para mantener a flote el legado familiar. A pesar de la ayuda de Rafaela, una mujer joven y entusiasta que se integra a su equipo y se vuelve su mano derecha, María irá presenciando cómo su tequilera va decayendo a causa de inmisericordes desastres naturales y la competencia desigual con empresas extranjeras. Al final, todo esto la orillará a tener que tomar una decisión: persistir en una misión perdida o vender su fábrica a aquellos que considera invasores.
DOS ESTACIONES | Juan Pablo González | México – Francia – Estados Unidos | 2022 | 99 min.
El estilo de narración en Dos Estaciones se llega a sentir, por momentos, de corte documental; lo cual no es necesariamente un desacierto, pero sí nos habla del género en el que se siente más cómodo y en el que se ha desenvuelto más el director. Esta película es de ritmo lento, por lo que puede llegar a parecerle monótona a algunos espectadores, sin embargo, una de sus grandes virtudes son los recursos visuales con los que construye las atmósferas. Los planos panorámicos de los altos de Jalisco, y sus cultivos de agave, son hermosos. Además, la forma en la que la cámara va siguiendo a María, en sus constantes deambulaciones, usando planos de tipo over shoulder, se siente muy bien lograda. También es destacable la forma elegante y sutil en la que se sugieren situaciones de tensión sexual entre los personajes.
DOS ESTACIONES | Juan Pablo González | México – Francia – Estados Unidos | 2022 | 99 min.
En cuanto a guion, considero que Dos Estaciones es una película que no termina de definir su tema principal. La historia pretende centrarse en la lucha de María por aferrarse al legado familiar; sin embargo, se desvía constantemente al drama personal de María: su soledad y su ambigua relación con Rafaela. La construcción del personaje de María es tal vez lo más destacable del guion; María personifica aquello que no es convencional: desempeña roles tradicionalmente masculinos, no es hegemónicamente bella y se nos sugiere que es una persona sexo-disidente. Por ello, el personaje de María funciona para sostener una premisa muy relevante en la actualidad: nuestra sociedad es hostil con todo aquello que es diferente, y lo destruye.
En general, Dos Estaciones es una película que vale la pena ver, sin ser destacable, y nos sugiere potencial de crecimiento de su director.
Mientras nos ahogamos un poco dentro del mar interminable de remakes de la industria cinematográfica de Hollywood y la nula creatividad en películas del género del horror con tintes de ciencia ficción como los teníamos antes con The thing (1982) y Alien (1979). Jordan Peele logra dar un levantón tremendo desde su filme Nosotros.
La productora A24 se ha dedicado a impulsar a nuevos autores cinematográficos que poseen una mirada nueva en diversos géneros cinematográficos. Han sabido romper con esas formas cinemáticas con las que estábamos dialogando desde hace ya varios años y que claramente estaba por demás desgastado. Aunque no es nueva esta nueva forma de mostrar historias, digamos que es bastante refrescante.
Ya lo he explicado varías veces qué hay directores cinematográficos: esos que funcionan conforme a lo que necesita un estudio y la taquilla. Y también hay autores: esos que contienen una visión específica respecto a un tema y hacen lo imposible por hacerla respetar… obvio con una firma estilística imborrable que desde el primer plano notas que es él o ella.
Jordan Peele, no soy fan de la totalidad de su trabajo, debo decir que es un autor de cine que se hace respetar, aún con las debilidades que su discurso social le proporciona. Aunque sí Huye es para mí hasta el momento su mejor película, con Nop logra levantar nuevamente una película efectiva gracias a que sabe dar un giro a su propia firma autoral para lograr un blockbuster al mejor estilo Shyamalan.
Con Nop, Peele se acerca cada vez más a consolidar ya no un discurso político-social, sino a ser un narrador cinematográfico que puede ofrecer algo distinto en cada proyecto que nos presente. Es lo que hacía Hitchcock desde su cine mudo: un diálogo visual con el espectador por medio de imágenes donde se necesitaba cada vez menos el diálogo hablado. Alfred decía que si la película tenía que ser explicada era totalmente un despropósito. De este modo Jordan Peele cada vez se convierte en uno de los directores norteamericanos más consistentes de los últimos años.
Nop de Jordan Peele es probablemente su segunda mejor película porque vuelve a lograr ese balance entre forma y fondo que nos había dado en Get out. Con la gran diferencia que Nop está libre de cualquier discurso social y solo es una exploración acerca de la fascinación que los seres humanos tenemos por el espectáculo y cómo este nos hace llegar a un extremo con tal de apreciarlo. Aquí Peele nos adentra en una experiencia extremadamente aterradora que nos pone de frente a uno de los fenómenos más enigmáticos que la raza humana ha estado enfrentando desde que sabemos que no estamos solos en el universo.
No es mi afán comparar a M. Night Shyamalan con Jordan Peele, sin embargo, ambos son muy parecidos en cuanto a la atmósfera provocada en sus filmes, los dos con muchos altibajos pero, logran mantener al espectador expectante de lo que va a suceder.
Al final Nop logra ser una película de autor que está destinada a ser un blockbuster con un gran estilo y terror galáctico incluido.
No soy fan de Baz Lurhman como director, aunque debo decir que reconozco una firma en sus películas: tiene un estilo visual grandilocuente y gariboleado que sí llena la pantalla… en resumen, hace que sus películas sean dignas de verse en el cine. También puedo reconocer en él que tiene una gran habilidad para llenar de modernismo lo vintage y hacer una rara mezcla anacrónica.
Tampoco soy fan de Elvis. Conozco sus canciones más representativas y sé perfectamente que es un icono cultural norteamericano que ha trascendido varías generaciones, sin embargo, no es un cantante que escuche regularmente. Conocí más ahora de su vida con esta película que lo que sabía antes de esta.
Ya con las debidas aclaraciones debo decir que Elvis de Baz Luhrman es un trabajo visual y cinematográficamente relevante que llena de banalidad la humanidad y carencias del ser humano que fue Elvis Presley. Todo el artilugio visual que ves en pantalla distrae de lo emocionalmente relevante. Me refiero a la adicción a las drogas, la soledad por estar lejos de su familia, los excesos del medio, el divorcio con Priscilla… todo esto que pienso es relevante se difumina con el brillo del barroquismo de la forma de Luhrman. Este atascado de formas, brillos y exageración solo lo hace presuntuoso, pero creo que ahí radica la grandeza de su director.
Había momentos que debían ser muy emotivos, dolorosos e incluso penosos y no me comunicaron ninguna emoción o empatía por el personaje de Elvis, simplemente las cosas pasaban y ya. Tampoco significa que la película sea mala, dista mucho de serlo; Baz Luhrman debía adaptar su estilo en beneficio de lo que se quería contar para que el relato tomara más relevancia que todo el brillo y la exageración visual.
Retomando las escenas más emblemáticas de Elvis: Austin Butler lo hace extraordinario y aunque no se parece a Elvis, como espectador compras esta fantasía porque lo rememora en muchas maneras. Pasa lo mismo que con Mi semana con Marilyn (2011) de Simon Curtis, Michelle Williams no es nada Marilyn Monroe pero, sin duda la evoca, transporta al espectador y lo conecta con la esencia de lo que era la imagen de Marilyn.
Tom Hanks como Tom Parker, representante de Elvis, te deja sin palabras. Sabes que es Hanks pero se convierte en de inmediato en tu mente en acaparante representante. Tom Hanks es inigualable.
Elvis es en todo sentido digna de ver y de visitar varias veces sin ninguna duda. Aunque pienso que falla un poco en dejar comunicar las emociones que se ven ahogadas entre tanta parafernalia visual de Luhrman. Es grande, visual y probablemente lo mejor del director a la fecha.
El director, Tim Fehlbaum, se parafrasea nuevamente en una cinta post apocalíptica, con un toque de ciencia ficción espacial. ¿Será ahora la fórmula correcta?
Cuando la Tierra se volvió inhabitable para los humanos, la élite gobernante se asentó en el planeta Kepler 209. Pero su atmósfera vuelve estériles a los nuevos habitantes. Dos generaciones más tarde, un programa determinará si la vida en la tierra es posible nuevamente: se supone que la Misión Ulises II traerá la certeza de conseguirlo. La cápsula espacial se sale de control cuando entra en la atmósfera terrestre, y la astronauta Blake (Nora Arnezeder) es la única que sobrevive al aterrizaje, pero se da cuenta de que no está sola en la Tierra. Entrometiendose en una lucha por la supervivencia, Blake debe tomar decisiones que determinarán el destino de toda la humanidad.
Después del desastre de Fehlbaum en “Hell”, prueba suerte con esta nueva cinta que emula el pasaje bíblico del Éxodo en un planeta Tierra completamente devastado después de dos generaciones (muy rápido para ser sinceros). En un inicio, la película muestra intenciones destacadas, pero los absurdos de desarrollo narrativo, poca credibilidad del entorno y el guion predecible hacen esta experiencia un filme más carente de vida.
A pesar de ser un filme con varias secuencias de acción, estas son anti climáticas por la floja edición y las actuaciones inertes de Nora Arnezeder e Iain Glen. Independientemente de la incongruencia, el diseño de producción y la dirección de arte son los destacados de este largometraje, luciendo escenarios imponentes y absorbentes, que son desaprovechados en la tímida fotografía, al limitarse con planos cerrados y no aventurarse a unos tiros angulares para presumir sus valores técnicos.
El compositor alemán, Lorenz Dangel, continúa agregando musicalizaciones en cintas de ciencia ficción, sin embargo, su trabajo persiste en su estilo apagado y de acompañamiento dramático. Un resultado olvidable más en su mancuerna con Tim Fehlbaum.
“Éxodo: La Última Marea” es un filme con un mensaje de buenas intenciones que es opacado por su pobre dirección, pobres esfuerzos técnicos y actuaciones desangeladas.
Siempre hablo de atmósferas como un recurso no solo básico, también primordial para lograr que una película de terror sea verdaderamente efectiva. Si logramos una permear y establecer una intención con todos los elementos y librando clichés, los más que se puedan, tendremos algo efectivo.
El slasher es uno de los géneros más difíciles porque existe una ligera línea entre lo risible y la atmósfera efectiva… por los mismos elementos exagerados y grandilocuentes del subgénero.
Un equipo cinematográfico está por filmar una película porno en algún lugar de Texas. Maxine (Mia Goth) es una chica que quiere ser Estrella de cine y para eso sale con el dueño de un burdel, Wayne (Martin Henderson). Ambos hacen equipo con un fotógrafo y su novia para contratar a una pareja de actores que quieran ser filmados teniendo sexo. La casa que han rentado para filmar esconde un bajo secreto que pronto les hará gritar no solo de placer, también de terror.
«X» de Ti West, es un slasher de gran manufactura con detalles exquisitos que, regularmente, las películas de su mismo estilo no tienen, por eso todas parecen iguales: malas historias y secuencias absurdas con pésima fotografía. Para comenzar da una textura que dan las películas viejas, desgastadas e incluso con un filtro cálido de recuerda mucho y da homenaje a «La masacre de Texas” de Tobe Hooper.
Un buen slasher también debe de contener un homenaje a algún ejemplar de su estilo visual y género. Debe ser hecho de forma inteligente y efectiva sin copiar, pero sí rememorar lo que quiere homenajear, de lo contrario lucirá como una copia más hecha mucho más cercana al plagio.
Ti West, desde «The house of the devil», dio a notar su capacidad para poder plantear atmósferas estremecedoras. Aunque la película no es exactamente redonda en su afán de ser terrorífica por completo, sí que logra poner un nudo en el estómago del espectador, aunque no logre cerrar el círculo del todo, pero es efectiva.
Con «X» rememora los mejores momentos que un slasher puede tener: sangre a borbotones, sexo intenso y momentos intrigantes, pero todos están hechos con detalles cinematográficos que muestran su gran destreza para con el subgénero por medio de la cámara y el guion. Me refiero a algunos planos no implementados regularmente en los slasher, sin embargo no se siente pretenciosa ni tampoco sobre manufacturada.
«X» es una película retorcida, sangrienta, angustiante y sorpresiva.
La prácticamente recién directora marroquí, Maryam Touzani, hace su llegada a pantallas en territorio mexicano con su ópera prima “Adam: Mujeres en Casablanca”, dónde hace un acercamiento muy íntimo de dos vidas en Casablanca y sus dificultades.
Abla (Lubna Azabal) es dueña de una modesta panadería local desde su casa en Casablanca, donde vive sola con su hija Warda (Douae Belkhaouda), de 8 años. Cuando una joven embarazada llama a su puerta, Samia (Nisrin Erradi), Abla está lejos de imaginar que su vida cambiará para siempre.
La vida no es fácil, y menos si te encuentras en situaciones precarias. “Adam” es una historia sutilmente feminista esmerada en dar todo el protagonismo posible a las situaciones que viven las mujeres y aún más en un país como Marruecos. Sin embargo, no es una historia de protesta, en su lugar propone un acercamiento muy íntimo a las vivencias de la directora Maryam Touzani mostrando tiernos y emotivos momentos. Pero conforme la película nos comienza a sentir cómodos, te vuelve a dar una fuerte sacudida de realidad en la que uno siempre tiene la decisión de evitar o afrontar los problemas.
Esta cinta que formó parte de la selección oficial del Festival de Cannes 2020, demuestra su gran potencial artístico y primerizo con ánimos de evolucionar. Como toda ópera prima, siempre hay detalles que resaltan en la “novatada” y en este caso es su ritmo con repetición de conflictos y un clímax que se manifiesta con poca preparación. A pesar de sus carencias evolutivas de argumento, no resta el valor dramático que relata a través de las vidas de Alba y Warda quienes han experimentado situaciones sumamente difíciles y ambas dependen de cada una para superarlo.
Con una producción limitada, pero completamente aprovechada se rodea de entornos tristes, pero con rayos de luz que nos guían a una esperanza que depende de nosotros alcanzar. La fotografía se evoca a planos constantemente cerrados para ser partícipes de estos sentimientos enclaustrados que residen en estas mujeres. Un dato curioso a tomar en cuenta de este filme es su casi nulo uso de música y que solamente aparece en momentos precisos para un mejor impacto dramático.
El verdadero plato fuerte de esta película son las actuaciones de Lubna Azabal y Nisrin Erradi, quienes hacen una mancuerna que se va desarrollando cada vez que ambas comparten escena. Un emotivo y duro desenvolvimiento de presenciar.
“Adam: Mujeres en Casablanca” es una cinta que apuesta poco y logra bastante. Poniendo en el radar el cine marroquí de directoras emergentes que merecen ser escuchadas. Sin duda, una oferta alternativa y más “relajada”.
Pocos podríamos pensar que una de las obras más pulcramente escritas de la literatura como lo es “Lolita” de Nabokov estaría inspirada en una tragedia de una adolescente de 12 años que fue secuestrada más de dos años por Frank La Salle, un ex convicto por pederastia que salió libre bajo libertad condicional en 1948.
Vladimir Nabokov no oculta que su historia de “Lolita” se encuentre basada en una historia oscura como es la de Sally Horner que, lejos de gozar de la admiración y adoración de un hombre, sufrió violaciones y privaciones de la libertad siendo una menor de edad.
La historia de Nabokov es uno los libros más leídos, recomendados y también ha sido adaptado, nadie niega la calidad de pluma que significaba el escritor, ni ayer ni ahora. Lo que sí se pone en tela juicio, a la luz de los años, es su consciente romantización de abuso sexual infantil.
Aunque sus dos adaptaciones cinematográficas edulcoran las situaciones de violación y abuso bajo un filtro de coqueteo y romance juvenil, el tema es evidente, pero también poco se habla de la normalización que la hipersexualidad infantil ha tenido en ciertas producciones cinematográficas.
Stanley Kubrick realizó una excelente adaptación de Humbert por medio de Jeremy Irons, quién interpreta a un hombre de 52 años que se encuentra enamorado de su hijastra. Sin embargo, sí analizamos, y no a mucha profundidad, la ligereza con la que el abuso es abordado es incluso hasta ofensivo por su diabólica omisión, si tomamos como base el crimen sobre el que está basado. En ambas producciones se culpa a la joven adolescente de provocativay sensual en relación al siempre inocente Humbert que arde en silencioso deseo por la joven que no cesa de provocarlo.
Desde los posters se coloca a una joven con un caramelo en la boca (con evidentes insinuaciones sexuales), unos lentes oscuros a media mirada, la cual se puede interpretar como provocativa en el contexto de la historia. Cabe mencionar que la historia siempre es contada a través de los ojos de su protagonista hombre, nunca se enfoca en la perspectiva de la joven, simplemente vemos lo que Humbert quiere ver, su utópico romanticismo con una adolescente a la cual le triplica la edad.
Ahora bien, si está historia les parece pasada de moda, hay una más reciente que muchos alabaron por contar con una cinematografía impecable. No es nuevo que para contar una historia que romantiza el abuso infantil tenga características visuales y artísticas de muy buen gusto. “Call me by your name” de Luca Guadagnino (2017) basada en la obra literaria de André Aciman es una historia que incluso ganó el Óscar como mejor adaptación, lo cual habla de una minuciosa pulcritud en su versión cinematográfica.
La calidad de ambas producciones no se pone en entredicho, lo que sí se cuestiona es la calidad moral de sus historias. No estoy diciendo que de no existir estas películas se eliminaría la pedofilia de la faz de la tierra, estamos lejos de eso, sin embargo, sí resultan ser apologéticas en su tesis en una perspectiva que exalta y edulcora al pedofilo.
La misma sociedad hollywoodense que ha cancelado a grandes directores como Woody Allen por abuso sexual, exaltan trabajos literarios y cinematográficos que acarician el delito en la subtextualidad con temas sexuales ilícitos entre hombres evidentemente más maduros que sus “enamorados”, ocultando siempre la edad dentro de las historias o dejándolas ver como irrelevantes o sin importancia, en comparación con el relato amoroso e ideal que viven ambos personajes.
Ahora, no lo veamos desde el punto de vista de una sociedad norteamericana en decadencia, veámoslo a través de los ojos de un víctima de abuso sexual infantil, también víctimas del mismo consumismo mediático.
“Leaving neverland”, un documental de Dan Reed que basa su tratamiento con base de entrevistas a Wade Robson y James Safechuck.
Ambos actores, en ese momento infantiles, relatan de forma muy puntual y descriptiva los abusos sexuales que Michael Jackson cometía contra ellos. Ambos han reconocido que no entendían lo que pasaba en ese momento, simplemente se vieron abrumados por la cantidad de lujos que ellos y sus familias recibían a cambio de que, cada noche, separados de sus padres por alas completas de la residencia, pasarán la noche con Michael Jackson.
A la luz del tiempo, estas dos víctimas cuentan que en ese preciso momento el abuso para ellos no existía, simplemente estaban enamorados de Michael. De este modo, no podemos re victimizar a las víctimas culpándolos de omisión del delito y como cómplices de su propio abuso. El abusado no está consciente del daño que está sufriendo, pero el abusador sí.
Wade y James cuentan en lágrimas la decepción amorosa cuando vieron que fueron cambiados por otro niño (Maculay Kulkin) con el que Michael aparecía en público en las alfombras rojas donde era invitado. Ahí fue cuando se dieron cuenta que sufrían por el rechazo que sistemáticamente perpetraban los medios por medio de noticias de un secreto a voces del abuso que Jackson cometía a todas luces, pero al que todos desviaban la mirada.
La apología del delito también es un delito penado en la ley. Probablemente en muchos países por su cultura se les permita el contacto sexual con menores de edad aunque sea después del matrimonio y en esos casos pueda ser discutible al ser aprobado de manera social y familiar, pero también con la plena conciencia de los implicados, en este caso los menores de edad.
Los tiempos actuales se acercan, ayudados por grandes movimientos en redes sociales como #MeToo, a tomar cada vez más conciencia acerca del abuso sexual normalizado que la sociedad a permitido se infiltre como un modo de acceso a la fama o a la expresión de los talentos. De este modo también ahora enfrentamos otro problema del que después escribiremos: La doble moral en una industria que basa su sistema en el abuso omitido y en la silenciación de sus víctimas.
Hay películas de acción, comedia, drama, ciencia ficción, terror, extraterrestres y en un lugar muy aparte están las películas con Liam Neeson. Parece ser que el actor se ha vuelto todo un subgénero que habita en el gusto de un público que le encanta ver a este actor en acción, que ya ni siquiera importa si esa película es buena o no, simplemente actúa Neeson y van a verla.
Si bien es cierto el actor es muy bueno con las escenas de acción, de pelea y persecución, no lo es tanto con las de misterio.
Travis Block (Liam Neeson) es un ex militar de Vietnam retirado que trabaja de manera extraoficial con Gabriel Robinson (Aidan Quinn), director del FBI que también fue un compañero de guerra en su juventud. Travis es un patriota y protector de la ley y se dedica a salvar agentes en peligro y no se da cuenta de las operaciones secretas que su jefe y mejor amigo ha hecho sin que él siquiera sospeche que bajo su guardia este ha cometido innumerables asesinatos a civiles que “amenazan” La Paz y seguridad del país.
Luz negra es un thriller de acción que comienza bien. Un asesinato sin resolver de una civil que toma relevancia política toma la atención del espectador porque es una mezcla entre teorías conspirativas y también tópicos políticos de gran escala. Sin embargo, este tema en lugar de desarrollarlo, lo deja de lado para abordar una acción y balacera sin razón, que nada tiene que ver con el tema que , en primera instancia, ya te había enganchado. Ahora bien, pensarás: habrá de aquí en adelante excelentes escenas de acción, pero tampoco.
También hay otro tema que pudo haber sido interesante acerca de una periodista que sí está haciendo su trabajo de investigación acerca de los asesinatos sistemáticos del FBI a civiles. Esto va tomando auge y es cortado por otra escena de acción absurda mala hecha que, sí bien no aporta nada, tampoco entretiene. Esta periodista es un personaje bastante coyuntural al ser el hilo que desata el nudo por su investigación de fondo, pero tampoco su desarrollo es afortunado.
En el trabajo de investigación, el sujeto o el objeto se vuelve una obsesión a grados casi enfermizos. Se busca, se lee y se encuentra. Pero esta chica periodista, que trabaja bajo un seudónimo, toda la información la obtiene de una mujer que investiga todo por ella… ¿quién es? No lo sabemos, la película tampoco se encarga de desarrollar a ese personaje que también pudo haber sido interesante.
Así Luz negra va perdiendo oportunidades de haber sido una excelente película de misterio y acción como “La intérprete” de Sidney Pollack o “Primer plana” de Tom McArthy, donde la labor periodística se toma de manera seria y se representa de igual forma. Hay una responsabilidad social implícita, pero también se nota que el guionista tiene respeto por el trabajo de la investigación de campo y el periodismo. “Luz negra” también pierde el camino en ese sentido, se desvía hacia la ruta de la balacear mal hecha, que solo busca hacer lucir a Liam Neeson y tampoco lo logra bien.
Aunque la película es entretenida, no logra los registros de acción, ni de suspenso pero tampoco de drama. No ahonda en nada, no desarrolla ningún personaje y abandona oportunidades de oro que la podrían haber hecho una gran película de su género, pero termina siendo una película más con Liam Neeson.
Por Luis Toriz Sitio web: https://cineofata.blogspot.com/ Twitter: @JonathanToriz Facebook: @CDesclasificandoElCine Instagram: @elultimovivo
Pareciera que Paul Schrader estaría citando a Martin Scorsese y viceversa. La verdad es que son espejo y uno solo.
Desde 1976 que Paul Schrader escribió el guion de Taxi driver, la mancuerna sigue trabajando como si fuera el primer día que se conocieron. Lo cierto es que ambos han sabido tomar ventaja de la creatividad del uno y del otro. Sin embargo, hay algunas películas que Schrader ha hecho que nos indican el tipo de cine que le gusta escribir y hacer, pero más que todo, los personajes que le encanta delinear.
Ahora en El contador de cartas, el personaje de Will (Óscar Isaac), es una suma de muchos que el guionista y director ha hecho y llevado a la pantalla.
De Travis en Taxi driver tiene un contexto turbulento como personal y político. Ha salido de la cárcel y es un veterano de la guerra de Vietnam que tiene poco que ha terminado. El contador de cartas retoma esta característica de ser un ex soldado, pero agrega un pasado aún más oscuro: es un celador en la isla de Guantánamo y por consecuencia un ex convicto.
Ahora bien, ambas películas, Taxi driver de 1976 y El contador de cartas en la actualidad, aunque separadas por casi cincuenta años, tienen como marco histórico tensiones políticas y sociales. La guerra de Vietnam en conjunto con la administración corrupta e inmoral de Richard Nixon con el Watergate, funcionan como un antecedente no presente pero invisible, del pasado de Travis. El personaje es un daño colateral de la mala, pero también errónea administración política de ese tiempo. Probablemente Travis (Robert DeNiro) sea un reflejo inherente de una generación de hombres ex militares que, aún buscan su propia redención moral.
Will, como un militar ex convicto, culpable de delitos contra la humanidad al descubrirse los participantes de las cárceles de Guantánamo, se llena de culpa y, otra vez Paul Schrader, pone al contexto político como pasado invisible, pero causante de los traumas, de su personaje masculino.
Ahora bien, Paul Schrader dota a sus personajes de una dureza palpable, casi estoica, sin embargo, también les da un contexto emocional muchas veces más complicado de lo normal. En First reformed (2017), Toller (Ethan Hawke) es un reverendo que ve en Mary (Amanda Seyfried) una forma de su propio objeto del deseo. Es un personaje que porta una espiritualidad atormentada por sus ideales y deseos de hombre. El reverendo Toller debe de luchar contra Dios, el que vive en su mente, y contra él mismo.
Will como contador de cartas se encuentra imposibilitado emocionalmente, para amar o necesitar a alguien. En algún punto de la historia este es confrontado por Cirk, un joven que es como él era hace diez años en la isla de Guantánamo, lleno de ira, de enojo, pero también de ganas de destacar y hacer algo relevante. Al mismo tiempo que conoce a La Linda, una bella mujer que despierta en él todo el erotismo y deseo que creía perdido al estar, por tanto tiempo, rodeado de hombres.
La supuesta insensibilidad o ausencia emocional de los personajes de Schrader es totalmente justificada ya sea por sus ideales, contexto emocional o familiar o bien, su propios traumas. Aún así, los rodea de personajes que logran alcanzar esa fibras emocionales, sin que el personaje se traicione a sí mismo. Esta característica de Paul Schrader es la que hace que sus personajes masculinos sean tan memorables.
Martin Scorsese sabe perfectamente cómo plasmar esa dureza humana y masculina en pantalla. Taxi Driver y Toro salvaje son muestra de esto. Lo que da como resultado que una mancuerna que nació en el 1976, a través del tiempo se ha fortalecido y afianzado, pero también, se ha beneficiado. Ambos tienen una Palma de Oro en sus estantes por Taxi Driver y varias nominaciones al Óscar.
¡El contador de cartas ya se encuentra en cartelera y es un film de nuestros amigos de Cine Caníbal!
Luis Toriz
Por Luis Toriz Sitio web: https://cineofata.blogspot.com/ Twitter: @JonathanToriz Facebook: @CDesclasificandoElCine Instagram: @elultimovivo