Jurassic World: dominion… los dinosaurios toman el control… ¿o el aburrimiento?

¿Alguna vez te haz imaginado lo que pasaría si los dinosaurios tomaran el control de la cadena alimenticia?

Los humanos y los dinosaurios no coincidieron en tiempo y espacio en la tierra. El periodo triásico pertenece a la era mesozoica hace 228 millones de años. Mientras que los humanos llevamos máximo de 200,000 a 300,000 millones de años en la faz de la tierra. Por algo no coincidimos con ellos, sabemos quien es el más fuerte.

Es lógico pensar que la raza humana con toda su inteligencia y tecnología quiera descubrir un periodo del cual es totalmente ajeno, pero no solo eso, que causa una curiosidad y fascinación extraordinaria. El ADN de los dinosaurios es inexplorado y podría significar avances genómicos muy avanzados para la raza humana. ¡No lo sabríamos!

Michael Crichton escribió “Parque Jurásico” en 1990 y de inmediato Universal Pictures compró los derechos para poder realizar una adaptación cinematográfica en 1993 bajo la dirección de Steven Spielberg. La historia se convertiría en una saga duradera, redituable y con altibajos que hasta el día de hoy seguimos padeciendo.

La historia la podemos diseccionar en dos trilogías. Primero Jurassic Park en 1993, luego Lost World en 1997(ambas dirigidas por Steven Spielberg) y Jurassic Park 3 de Joe Johnston y las tres con guiones del mismo Michael Crichton.

Después en el 2015 Jurassic World, bajo la dirección y guion de Colin Trevorrow, la franquicia tuvo una resurrección inesperada con 1.6 billones de dólares y se convirtió en la segunda más taquillera de la franquicia. En el 2018 J.A Bayona toma la batuta direccional con un guion de Colin Trevorrow y la película logra recaudar 1.3 billones de dólares en todo el mundo, aunque no fue del gusto de la crítica y tampoco, al final de todo, del público.

Esta fluctuación de crítica e ingresos en esta segunda trilogía hacía de «Jurassic Park: Dominion«, una de las más esperadas del 2022. Aunque la segunda entrega no nos dejaba del todo satisfechos, Colin Trevorrow regresa al mando para, no sé si reparar lo que se había hecho mal, creo que no; porque Dominion pierde tiempo con un guion absurdo, plano y además poco interesante.

Se supone que los dinosaurios aquí toman el control de la cadena alimenticia y vuelven al ser humano un eslabón más, la capacidad de adaptabilidad de este determinará si es el predominante o no.

El problema con Dominion es que no hace uso efectivo de sus elementos nostálgicos que, de alguna manera, eran su carta fuerte. La historia toma dos caminos: el de Claire (Bryce Dallas Howard) y Owen (Chris Pratt) en busca de Maisie Lockwood (la clon de Charlotte Lockwood). Al mismo tiempo el de Grant (Sam Neil) y Ellie (Laura Dern) junto con Ian Malcolm (Jeff Goldblum) para detener la crisis alimenticia que gracias a las alteraciones genéticas en los alimentos, las langostas terrestres se hicieron más grandes y están causando una falta de semillas y alimentos primarios para la supervivencia del ser humano (esta segunda tesis me parece aún más interesante que la primera).

Una cosa es un hecho, la película quiere abarcar mucho y no desarrolla absolutamente nada y el dominio de los dinosaurios pasó a un segundo plano. Los personajes de la adolescente clon y su madre no nos interesaron antes, pero tampoco los hicieron más interesantes ahora. Nunca se siente el peligro de qué pasaría si los dinosaurios realmente reinaran nuevamente la tierra. Toda la historia está en querer salvar a la niña de esta empresa genómica que la necesita por ser una llave clave en el descubrimiento genético en humanos.

Igual que en otras películas recientes como “Doctor Strange en el multiverso de la locura»de Sam Raimi (2022), alguien quiere a la niña que es clave para lo que sea y salvar al mundo o al universo, etcétera. ¿De verdad no saben otra?

¿Tiene buenas escenas de acción? Sí. ¿Los efectos visuales son buenos? Sí. ¿Hay escenas chistosas? A mí no me causaron nada.

Si me preguntan hoy de que trató Jurassic World: Dominion, pues les diría que no me acuerdo realmente de nada relevante. Es más, no sé si fue entretenida o no porque la historia me perdió desde el minuto 30 y las siguiente tres medías horas me aburrí de forma magistral. Tampoco es que me haya encantado que volvieran los personajes de la primera trilogía. Se notan débiles en su trasfondo, tampoco nos preocupan y lo que ellos estaban tratando de evitar sí resultaba más interesante de desarrollar que rescatar a una adolescente caprichosa que nos hace perder el tiempo para algo que se pudo haber hecho mejor.

Al final Jurassic World: Dominion no termina de dominar la pantalla ni al espectador. Es en muchos momentos excesivamente aburrida, poco interesante; aunque sí con buenas escenas de acción, pero, sin historia todo es olvidable y nada trascendente para ser, según esto: «la épica conclusión al mundo jurásico»

Luis Toriz

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La civil, el terror de ser un ciudadano promedio en México…

El Festival de Cannes dio una ovación de pie de más de ocho minutos a Arcelia Ramírez, actriz mexicana que interpreta a Cielo, una madre a la que le es arrebatada su hija menor de edad por el crimen organizado en la ciudad de Durango.

Con un guion de Habacuc Antonio de Rosario, Teodora Mihai, una directora rumano- belga, logra plasmar al México más agreste de todos. No el de la casa azul de Frida Khalo, tampoco el que tiene una de las maravillas arqueológicas del mundo antiguo y mucho menos el país que tiene una de las gastronomías más ricas del mundo, ese no.

Teodora y Antonio, logran capturar en un solo personaje lo que miles de familias mexicanas en todo el país, unos más que otros, viven gracias al reinado de los cárteles de crimen que imperan en muchas zonas. La impunidad, la mediocridad y la burocracia en los procesos legales, sin mencionar los compromisos que el gobierno pacta con el crimen organizado, son llevados a cabo por medio de la ficción en La civil.

El tratamiento dentro del guion de Antonio es inteligente porque aunque hace una severa crítica dentro de la propia ingobernabilidad mexicana y la ineficiente capacidad de los gobiernos “soberanos” de cada uno de los estados, también critica, desde una perspectiva mucho más comprensiva, al ciudadano promedio. Aunque las acciones de Cielo (Arcelia Ramírez) son resultado de la ineficacia para hacer un cumplimiento de la ley y hacer valer los derechos de los ciudadanos; la doble moral del personaje también refleja la falta de integridad que todos los civiles podemos tener o tenemos al momento de confrontarnos con esa rara mezcla entre la corrupción, la inseguridad y la impunidad; porque en México, no todos somos santos ni todos corruptos… Somos reaccionarios a un sistema que hemos vivido y sufrido por décadas.

Al estar viendo La civil, las imágenes de películas que habitan este mismo universo y que dialogan con la misma realidad venían a mi mente: “Sin señas particulares” de Fernanda Valadéz con el guion de Astrid Romero, “Sanctorum” de Joshua Gil y la serie de Netflix “Somos”. La mayoría de todo este material es hecho por mujeres, que no es raro, son las que en la práctica y no solo en título, llevan los pantalones en la familias mexicanas. Son las madres desesperadas las que se ponen las armas y salen en busca de una absolución definitiva a un duelo complicado con sus hijos, hijas, padres, hermanos, abuelos, etcétera.

Este conjunto de películas que entablan un discurso real con el espectador mexicano plasman de manera fehaciente el peligro que representa ser un civil en México. Me refiero incluso a los 153 periodistas muertos en lo que va del 2022,12 de estos han sido mujeres. Sin contar los ciudadanos que desaparecen cada día. Según el periódico «El economista» en un artículo del 2021, cada día desaparecen 23 personas en la administración de Andrés Manuel Lopez Obrador. En total han desaparecido y sin ser encontrados: 22,946 personas (cifras hasta el 30 de agosto del 2021).

Los números son escalofriantes y superan Incluso a los de los civiles muertos en la invasión rusa a Ucrania, donde recientemente su número más alto son 3,541… ¡en una guerra! Entonces, actualmente ¿en qué estado estamos hoy en día en México? Las muertes y desapariciones diarias no se comparan con los de una guerra civil, tampoco con los de una guerra… ¿Qué pasa en México?

Aunque La civil no responde esta pregunta, le pone una voz más a la situación que México vive en la actualidad con una gran dirección de Teodora Mihai y actuaciones magistrales de Arcelia Ramírez y Álvaro Guerrero.

Teodora Mihai no le da miedo ni tampoco le tiembla la cámara para plasmar la violencia silenciosa pero sufrida a voces por los mexicanos. Es interesante como la directora no señala pero sí puntualiza con severidad culpas, no sólo al gobierno, también todos los que habitamos este país. Su forma de manejar la cámara pone al espectador en una experiencia inmersiva y al mismo tiempo, lo coloca como un testigo de todo lo que estamos viendo.

Repito, no le da miedo en plasmar una realidad sangrante, pero siempre desde la mirada de la ficción, lo que me parece su más interesante. Aunque se siente cercano, hay un filtro de ficción, lo cual se agradece. ¡Es una de las mejores películas que veremos este año!

Estreno en cines el 19 de mayo y es de Cine Canibal.

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The northman, Hamlet actualizado

El año 2015 se hablaba de una película lo bastante terrorífica que no te dejaría dormir. “La bruja”, comenzó a dar de qué hablar y a dividir opiniones. El naturalismo en contraste con lo oscuro de la historia folclórica anglosajona y lo que veíamos en pantalla se yuxtaponía con lo bello de la fotografía de Jarin Blaschke. Paisajes abiertos y tomas amplias en su naturaleza más silvestre y planos cerrados cuando se enmarcaba la más visceral reacción humana en conjunto con la música de Mark Corven, creaban una atmósfera apremiante, claustrofóbica y psicológicamente terrorífica.

Cuatro años después “El faro” (2019) era una apuesta arriesgada de cine de género. Robert Eggers volvía a jugar con las mitologías oscuras y populares para contar un relato poco usual que llevara al espectador a un límite del cual no pudiera regresar en ningún momento. Su puesta en escena era tan atractiva como perturbadora con ese blanco y negro que nos colocaba precisamente ahí, en la Maine de principios del siglo XX con una pareja de guardias de un faro. Ambos huían de algo y se vieron traicionados por sus propios miedos y deseos carnales.

El director volvía a trabajar con su equipo ya conocido de “La bruja”. Mark Corven en la música y Jarin Blashcke en la cinematografía. El trabajo fue arriesgado, sin embargo mantenía una forma autoral importante, acaparante y absorbente, para muchos dañina al espectador.

DE LA AUTORALIDAD A LOS GRANDES ESTUDIOS.

No pasaba de terminar el furor de su película anterior cuando se hablaba ya de su nuevo proyecto: “El hombre del norte”.

Su dupla como guionista con Sjón, escritor de “Lamb” (ganador en Cannes, 2021) de Valdimar Johansson y la fotografía de Jarin Blaschke logran resultados apabullantes. Esta Trinidad director/guionista/ fotógrafo, eran cruciales para lo que Eggers pretendía contar, la historia de venganza más brutal.

Una actualización de la historia de Hamlet por ratos libre y por otros apegada, pero Eggers se decanta por la venganza más silvestre, visceral; desalmada para la sublimación de los miedos y las traiciones por medio también de los rituales paganos vikingos para no dejar de lado su sello y pasión por las creencias espirituales de los personajes que trata de plasmar.

Amleth (Alexander Skarsgård) queda huérfano de padre cuando su propio tío lo asesina. Perseguido y con el duelo en el corazón, huye y jura vengarse de aquellos que le arrebataron a su familia, su derecho al trono y su dignidad como hijo.

Si algo me daba miedo de esta película era que, de alguna manera representaba un cambio interesante para Robert Eggers. En tamaño de producción, reparto, ingreso, expectativas… todo de pronto se volvió más grandilocuente para un realizador que hasta hace poco aún era independiente.

LA VISIÓN DEL AUTOR

Muchas veces pasa que al dar este salto de la independencia creativa a los grandes presupuestos de las productoras más imponentes, en este caso: Universal Pictures; los realizadores pierden demasiado de su esencia con tal de tener una mayor visibilidad y así conseguir aún más credibilidad en cuanto a su visión, proyectos y estilo.

Esta disolución autoral que muchos sufren me quedó claro con un director como Yorgos Lanthimos con “La favorita” (2018); donde vemos una visión manipulada, contenida y atenida al gran estudio, que fue Fox Searchlight. Aunque no deja de tener su visión, con el hecho de que pueda ser vista por las masas y por supuesto, tomada en cuenta por la temporada de premios, tenemos una historia flácida, caricaturizada, pero también una visión de estilo minimizado.

Lo que no le pasa a Robert en “The northman”. En ningún momento vi comprometida su forma y fondo. El realizador con este tercer largometraje logra una poderosa grandilocuencia visual para contar una historia trágica de venganza que para nada es una historia feliz. Combina el folclore islandés nórdico con la obra shakespiriana Hamlet. Esta fusión la hace, obviamente bien llevada a cabo, uno de los trabajos más imponentes e importante de Eggers. Pareciera que el director logró combinar su visión con los objetivos taquilleros del estudio para no perder su firma autoral como director y lograr atraer a las masas.

“The northman” tiene las más bestiales batallas, paisajes nórdicos que te dejan con la boca abierta y una música, donde trabaja con dos compositores nuevos (Sebastián Gainsborough/The handmaid) y (Robin Carolan), que ambos por momentos logran aumentar lo épico de las imágenes y las actuaciones a niveles bestiales con tambores, cuerdas y pianos en sus notas más guturales, que, como sabemos; la venganza viene desde lo más adentro de las entrañas. La música se siente como un clamor por exorcizar los demonios que reclaman la sangre y lo que no pudo ser por un robo de familia, identidad y posición.

“The northman” logra lo que con muy pocos realizadores he visto. Hacer respetar su visión y forma autoral ante los grandes estudios, al mismo tiempo de complacerlos. Aunque el mismo realizador ha dicho que sí, su visión de la historia fue ligeramente cambiada para fines comerciales, defendió siempre la esencia de lo que sus dos filmes anteriores representaban: el sello de un autor de cine Art house horror que ha sabido mezclar el terror y el arte con el fin de llevarlo al cine más comercial posible, pero sin traicionarse a sí mismo, pero tampoco morir en el intento.

Por Luis Toriz
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Ambulancia, un viaje ácido de Michael Bay

Apenas vamos en marzo del 2022 y ya vi dos películas de lo más locas y disparatadas en el cine. Moonfall de Roland Emmerich es pésima por donde le veas, si acaso la salvan los efectos especiales y que conoces de lo que es capaz el director cuando hablar de destruir el mundo se trata.

Otra es Ambulancia de Michael Bay… ¡que locura con este director!

Danny (Jake Gyllenhall) y Will (Yahya Abdul-Mateen II) son dos hermanos que nacieron y vivieron en el crimen organizado de la ciudad de Los Ángeles. Más tarde sus caminos de separaron por cuestiones de principios y moral. Will se convirtió en soldado y fue a pelear la guerra en Afganistán y Danny se dedicó siempre a robar bancos. Hasta que Will se ve empujado a regresar a cometer un último crimen para conseguir 230 mil dlls para combatir el cáncer de su hijo.

Lo que se suponía sería un atraco sencillo se complica solamente por una declaración de amor. No seré agente de spoilers pero sí… no me reclamen a mí, es una película de Michael Bay.

Lo que sí puedo decir es que esta película es para apagar el cerebro y disfrutarla por lo que es: frenética, loca, incoherente y llena de acción. Dos horas con Bay en una sala de cine parece que viviste un año de frenética acción y que saliste ileso; ves tantas cosas, con miles de puntos de vista y posiciones de cámara que abruma.

Si hay algo que siempre me ha gustado de este director es que su lente no tiene límite. No hay cielo, techo, pared o piso que detenga sus planos. Sus picadas y contrapicados; sus planos dentro de los planos y que decir de los abiertos… es una clase de lenguaje cinematográfico, sin embargo todo sirve para dar forma a la acción, no para contar una historia de forma coherente.

Cuando un director hace una toma en contrapicado da una nota de sentimiento dependiendo de los colores que coloca en su decoración en complemento con la música y todo el conjunto. Pero con Bay esta regla se anula, no existe. El director es tan estrambótico en sus intenciones que todo pasa rápido y pasa todo, pero no ves nada.

Sé que suena loco pero, lo vimos con Transformers mil y un veces. Sus películas están atiborradas de efectos, coches, sonidos, rechinados y chispas, aún en un coche detenido, sale fuego, ¿de donde? Solo Michael lo sabe.

Lo que pongo a su favor es que tiene un gran cast: Jake, Abdul y Eiza González. No le pongo pero a ninguno de los tres y me pongo de pie porque protagonizar una película de Michael Bay debe ser la locura. Es un director que requiere mucho de sus actores, tanto física como mentalmente y por un churro de película, donde pasa todo y nada al mismo tiempo.

Ambulancia es una película simple, sin mayores complicaciones, para pasar un buen rato gritando de emoción y estando preocupado por el futuro de los protagonistas. ¡Es lo que es!

Luis Toriz

Por Luis Toriz
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Fresh, ¿una apología a la violencia?

Estamos en tiempos violentos, pero no solo eso, también en épocas donde la más mínima apología a conductas que insinúen algún tipo de violencia es condenada pública y también, no todas las veces, legalmente.

Fresh de Mimi Cave y bajo la producción de Adam McAy, es no solo un reflejo de los tiempos violentos que ahora vivimos en contra de las mujeres, sino también de lo banal que resulta ser cuando lo ves plasmado en la pantalla grande. Es distinto cuando una película denuncia un defecto social como el callar un delito que es un secreto a voces, ya sea de un funcionario público, de una persona influyente o cualquiera que esté en una posición de poder.

Esta película protagonizada por Sebastian Stan como Steve, un médico cirujano que se dedica a secuestrar mujeres para satisfacer a un grupo selecto de hombres de poder que gustan de comer carne humana, pero específicamente de mujeres.

La sensación que deja esta película la comparo mucho con la misma que me dejó Hostal de Eli Roth cuando la vi. Un hastío por la sociedad en combinación con miedo al ser más común que se pueda acercar a preguntarte la hora. Porque una situación de trata de personas con el fin de tráfico de órganos, de prostitución o cualquier otra actividad ilícita, no solo puede pasarle a mujeres, también a hombres y México es un país protagonista en este tipo de casos.

Aunque la historia tiene mucho cuidado y por un solo detalle del guion al final, su tesis no resulta apologética hacia la violencia que acusa y retrata tan escatológicamente, es sumamente insinuante e insidiosa. Creo que el que esté dirigida por una mujer salva que sea una exaltación al odio hacia las mujeres para convertirla en una denuncia en forma de una película de terror.

Resulta ser una línea muy delgada en la forma en la que se dice algo cae en el defecto propio que se denuncia. Fresh es lo demasiado inteligente para que no parezca precisamente eso y, ni modo, lo aplaudo. La película está tan bien hecha y escrita que da miedo, precisamente porque es tan cercano, pero también fácil caer con gente enferma mentalmente en redes sociales, aplicaciones de citas o con esta mentalidad de: “solo una noche”, pues puede que sea la última.

Fresh es terrorífica a grados viscerales e inteligente de forma estratégica y violenta. De verdad que es una genialidad por donde se le quiera ver.

Luis Toriz

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La peor persona del mundo, Joachim Trier regresa a lo básico.

Conocí el trabajo Joachim Trier por Reprise, una ópera prima interesante que tuvo una proyección en ese entonces durante la muestra de la Cineteca Nacional.

La historia me impresionó porque obviamente la narrativa era diametralmente distinta a lo que se acostumbra ver. Su estilo era desde entonces contar dos historias: Dos amigos escritores que, después de escribir un manuscrito cada uno, lo entregan a la misma editorial, el mismo día. Uno de estos es publicado y el otro no.

Joachim Trier que también es el guionista, coloca a sus dos protagonistas en una coyuntura moral y llena su forma con canciones que para ese momento de la historia encajan perfectamente bien. El director sabía cómo lograr un cierto humor en el espectador por medio de un delineado de los personajes, no solo minucioso, sino también desenfadado. Esta característica es exaltada con la selección musical.

Joachim Trier ya trazaba desde entonces personajes erráticos, más aún a su protagonista. El actor Anders Danielsen Lie, que también aparece en “La peor persona del mundo”, interpretaba a Phillip, el joven autor publicado que cambia totalmente su vida gracias a que se vuelve famoso y deja atrás todo lo que lo definía tanto personal como profesionalmente.

Después de explorar otro tipo de historias y también incursionar en el género del terror sobrenatural, Joachim vuelve a un inicio, donde sus personajes son probados moralmente y erráticos en todas sus formas. También recurre de nueva cuenta a una voz como narrador que nos va contando en tercera persona todo lo que pasa con el protagonista, como si de un cuento se tratara.

La peor persona del mundo está dividida en en doce capítulos, un prólogo y un epílogo, por los cuales vemos la evolución de Julie, una mujer joven que no sabe lo que quiere. Un día quiere ser doctora, al otro psicóloga para después decidirse por la fotografía; esta indecisión la lleva al terreno de los sentimientos.

Aunque sí la historia amorosa es importante, es aún más relevante el ejercicio introspectivo que Julie tiene durante toda su historia contada por el narrador. Lo interesante es cómo esta joven es consciente de su notable inmadurez y de la afectación que va causando a la personas que se van involucrando con ella.

Joachim Trier vuelve a lo básico de su cine: contar historias con coyunturas morales que ponen a su personaje en serios problemas por medio de un soundtrack llamativo y ligado por capítulos. También este estilo rememora un poco al cine de su tío Lars von Trier, quien también regularmente divide sus películas en segmentos para llevar a un epílogo que aunque es el fin de la película, indica que no lo es tanto de su protagonista.

El discurso que Joachim Trier tiene con su espectador con esta película es reconociblemente peculiar para quien lo hemos seguido de cerca, para los que apenas lo descubrirán verán en él a realizador bastante maduro que ha sabido perfeccionar su técnica y narrativa inicial en favor de un estilo que al final de cuentas pertenece a un autor de lo personal e íntimo.

ESTRENO 17 MARZO 2022
Luis Toriz

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Luz negra, otra película con Liam Neeson

Hay películas de acción, comedia, drama, ciencia ficción, terror, extraterrestres y en un lugar muy aparte están las películas con Liam Neeson. Parece ser que el actor se ha vuelto todo un subgénero que habita en el gusto de un público que le encanta ver a este actor en acción, que ya ni siquiera importa si esa película es buena o no, simplemente actúa Neeson y van a verla.

Si bien es cierto el actor es muy bueno con las escenas de acción, de pelea y persecución, no lo es tanto con las de misterio.

Travis Block (Liam Neeson) es un ex militar de Vietnam retirado que trabaja de manera extraoficial con Gabriel Robinson (Aidan Quinn), director del FBI que también fue un compañero de guerra en su juventud. Travis es un patriota y protector de la ley y se dedica a salvar agentes en peligro y no se da cuenta de las operaciones secretas que su jefe y mejor amigo ha hecho sin que él siquiera sospeche que bajo su guardia este ha cometido innumerables asesinatos a civiles que “amenazan” La Paz y seguridad del país.

Luz negra es un thriller de acción que comienza bien. Un asesinato sin resolver de una civil que toma relevancia política toma la atención del espectador porque es una mezcla entre teorías conspirativas y también tópicos políticos de gran escala. Sin embargo, este tema en lugar de desarrollarlo, lo deja de lado para abordar una acción y balacera sin razón, que nada tiene que ver con el tema que , en primera instancia, ya te había enganchado. Ahora bien, pensarás: habrá de aquí en adelante excelentes escenas de acción, pero tampoco.

También hay otro tema que pudo haber sido interesante acerca de una periodista que sí está haciendo su trabajo de investigación acerca de los asesinatos sistemáticos del FBI a civiles. Esto va tomando auge y es cortado por otra escena de acción absurda mala hecha que, sí bien no aporta nada, tampoco entretiene. Esta periodista es un personaje bastante coyuntural al ser el hilo que desata el nudo por su investigación de fondo, pero tampoco su desarrollo es afortunado.

En el trabajo de investigación, el sujeto o el objeto se vuelve una obsesión a grados casi enfermizos. Se busca, se lee y se encuentra. Pero esta chica periodista, que trabaja bajo un seudónimo, toda la información la obtiene de una mujer que investiga todo por ella… ¿quién es? No lo sabemos, la película tampoco se encarga de desarrollar a ese personaje que también pudo haber sido interesante.

Así Luz negra va perdiendo oportunidades de haber sido una excelente película de misterio y acción como “La intérprete” de Sidney Pollack o “Primer plana” de Tom McArthy, donde la labor periodística se toma de manera seria y se representa de igual forma. Hay una responsabilidad social implícita, pero también se nota que el guionista tiene respeto por el trabajo de la investigación de campo y el periodismo. “Luz negra” también pierde el camino en ese sentido, se desvía hacia la ruta de la balacear mal hecha, que solo busca hacer lucir a Liam Neeson y tampoco lo logra bien.

Aunque la película es entretenida, no logra los registros de acción, ni de suspenso pero tampoco de drama. No ahonda en nada, no desarrolla ningún personaje y abandona oportunidades de oro que la podrían haber hecho una gran película de su género, pero termina siendo una película más con Liam Neeson.

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Paul Schrader y la fructífera mancuerna con Scorsese.

Pareciera que Paul Schrader estaría citando a Martin Scorsese y viceversa. La verdad es que son espejo y uno solo.

Desde 1976 que Paul Schrader escribió el guion de Taxi driver, la mancuerna sigue trabajando como si fuera el primer día que se conocieron. Lo cierto es que ambos han sabido tomar ventaja de la creatividad del uno y del otro. Sin embargo, hay algunas películas que Schrader ha hecho que nos indican el tipo de cine que le gusta escribir y hacer, pero más que todo, los personajes que le encanta delinear.

Ahora en El contador de cartas, el personaje de Will (Óscar Isaac), es una suma de muchos que el guionista y director ha hecho y llevado a la pantalla.

De Travis en Taxi driver tiene un contexto turbulento como personal y político. Ha salido de la cárcel y es un veterano de la guerra de Vietnam que tiene poco que ha terminado. El contador de cartas retoma esta característica de ser un ex soldado, pero agrega un pasado aún más oscuro: es un celador en la isla de Guantánamo y por consecuencia un ex convicto.

Ahora bien, ambas películas, Taxi driver de 1976 y El contador de cartas en la actualidad, aunque separadas por casi cincuenta años, tienen como marco histórico tensiones políticas y sociales. La guerra de Vietnam en conjunto con la administración corrupta e inmoral de Richard Nixon con el Watergate, funcionan como un antecedente no presente pero invisible, del pasado de Travis. El personaje es un daño colateral de la mala, pero también errónea administración política de ese tiempo. Probablemente Travis (Robert DeNiro) sea un reflejo inherente de una generación de hombres ex militares que, aún buscan su propia redención moral.

Will, como un militar ex convicto, culpable de delitos contra la humanidad al descubrirse los participantes de las cárceles de Guantánamo, se llena de culpa y, otra vez Paul Schrader, pone al contexto político como pasado invisible, pero causante de los traumas, de su personaje masculino.

Ahora bien, Paul Schrader dota a sus personajes de una dureza palpable, casi estoica, sin embargo, también les da un contexto emocional muchas veces más complicado de lo normal. En First reformed (2017), Toller (Ethan Hawke) es un reverendo que ve en Mary (Amanda Seyfried) una forma de su propio objeto del deseo. Es un personaje que porta una espiritualidad atormentada por sus ideales y deseos de hombre. El reverendo Toller debe de luchar contra Dios, el que vive en su mente, y contra él mismo.

Will como contador de cartas se encuentra imposibilitado emocionalmente, para amar o necesitar a alguien. En algún punto de la historia este es confrontado por Cirk, un joven que es como él era hace diez años en la isla de Guantánamo, lleno de ira, de enojo, pero también de ganas de destacar y hacer algo relevante. Al mismo tiempo que conoce a La Linda, una bella mujer que despierta en él todo el erotismo y deseo que creía perdido al estar, por tanto tiempo, rodeado de hombres.

La supuesta insensibilidad o ausencia emocional de los personajes de Schrader es totalmente justificada ya sea por sus ideales, contexto emocional o familiar o bien, su propios traumas. Aún así, los rodea de personajes que logran alcanzar esa fibras emocionales, sin que el personaje se traicione a sí mismo. Esta característica de Paul Schrader es la que hace que sus personajes masculinos sean tan memorables.

Martin Scorsese sabe perfectamente cómo plasmar esa dureza humana y masculina en pantalla. Taxi Driver y Toro salvaje son muestra de esto. Lo que da como resultado que una mancuerna que nació en el 1976, a través del tiempo se ha fortalecido y afianzado, pero también, se ha beneficiado. Ambos tienen una Palma de Oro en sus estantes por Taxi Driver y varias nominaciones al Óscar.

¡El contador de cartas ya se encuentra en cartelera y es un film de nuestros amigos de Cine Caníbal!

Luis Toriz

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MEMORIA «Un viaje onírico, contemplativo y sumamente profundo nos regala su director Apichatpong Weerasethakul»

Cuando pensamos en cine de autor de contemplación, muchas veces nos vienen a la mente propuestas aburridas e incomprensibles. Es cierto que la audiencia no está familiarizada con películas lentas, de observación detenida y de apreciación más allá de un argumento descifrable. Con Memoria sucede un caso particular, pues no es necesario encontrarle una lógica a la historia, sino de abrazar un viaje hacia el centro de uno mismo, de exploración emocional y espiritual.

Para poder sintetizar la historia, tenemos a Jessica (Tilda Swinton), botánica británica establecida en Colombia, quien despierta una noche escuchando un sonido como de otro mundo. Tras este suceso, sigue escuchándolo, y decidida, se encamina a descifrar su origen, lo que la lleva a situarse en el corazón de la selva misma de Bogotá. El sonido solo lo puede escuchar ella, y pareciera que su realidad va cambiando conforme se acerca más a obtener respuestas.

La sinopsis luce intrigante y misteriosa, con más incógnitas que réplicas, y es precisamente estos elementos los que permean a lo largo de sus 136 minutos de duración. Ya que, al finalizar la proyección, la conclusión pareciera no contar con lógica o sentido alguno, lo que probablemente no vaya a satisfacer o gustar a la mayoría de la audiencia.

Desde el inicio, debemos tomar muy en cuenta que Memoria nos va demandar un estado emocional sereno, con una calma y paciencia excepcionales para lograr conectar con ella. Y podría firmemente considerarla como una cinta netamente contemplativa, con una lentitud en su trama y puesta en escena, que ya no se logran ver en el cine por más de autor e independiente que puedan ser.

El cineasta tailandés Apichatpong Weerasethakul no solo dirige, sino escribe un guion enteramente soportado por la destacable participación de Tilda Swinton. Jessica logra ser una mujer tan pasiva y en paz, que incluso con el misterio que carga en su vida, no se logra inmutar y mantiene su entereza. Y justo en el momento preciso, suelta con todo lo que ha estado sobrellevando. Una vez más podemos corroborar el enorme talento de la inglesa.

Como apartado técnico, debo subrayar la cinematografía y particularmente la puesta en cámara, pues al ser una temática de drama, con toques de ciencia ficción, pero más importante, con un tono reflexivo, el lente siempre se ubica en una lejana distancia a los personajes. Con encuadres y escenas fijas de larga duración, el director desea que percibamos el tiempo a su manera, que vivamos cada segmento a como lo hacen los personajes. Algo sumamente complicado de empatar con el espectador.

Memoria definitivamente no va ser una propuesta del agrado de todos, pero si logras conectar, relajar tu ser y no exigir una respuesta a lo que simplemente no lo va tener, puedes disfrutar de una de las películas más arriesgadas de los últimos años, tanto en forma como en fondo. Y quizá al salir de la función, tu estado de ánimo se beneficie con la tranquilidad que acaba de experimentar.

SINOPSIS «Desde que se sobresaltó con un fuerte «bang» al amanecer, Jessica (Tilda Swinton) no puede dormir. De visita en Bogotá para ver a su hermana hospitalizada, se hace amiga de Agnés (Jeanne Balibar), una arqueóloga que estudia restos humanos descubiertos dentro de un túnel en construcción. En un pequeño pueblo cerca del sitio del túnel, Jessica se encuentra con Hernán (Elkin Díaz), un pescador con ideas excéntricas. Compartendo recuerdos junto al río, descubre el inesperado origen del ruido que no la deja dormir.»
Carlos Huerta

Por Carlos Huerta de Cine En 70mm.
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Licorice Pizza y los idealizados amores de verano de Paul Thomas Anderson

No sé quién inventó los amores de verano… de verdad, a qué mente retorcida se le ocurre pensar y generalizar en qué todos podemos y pudimos tener un crush tan emblemático que nos cambie la vida a grado de casarnos con esa persona o que se convierta en la vara medidora para los amores subsecuentes.

Paul Thomas Anderson dos veces me ha hecho reconsiderar mi idea sobre el amor. Una fue con “The phantom thread” y ahora con “Licorice pizza”. Ambas unas joyas que, aunque son innecesariamente largas, no tienen ningún reclamo.

“Licorice Pizza” se convertirá en un referente a los amores de verano así como lo es “500 días con ella” o probablemente más. Porque la relación adolescente nada idealizada pero sí intoxicada entre Gary y Alana, es bestial, pero romántica, pero brutal, al mismo tiempo tóxica e insanamente simpática.

La idea sobre el amor que Paul Thomas Anderson tiene es lo más cercano a lo que yo puedo asimilar que es, el amor es tan odiosamente innecesario que no queremos estar solos, pero tampoco juntos a grados asfixiantes. Ambos jóvenes luchan por sí parecer enamorados, sin embargo, no necesitados el uno del otro y está guerra que probablemente se repite en cada relación amorosa, es la que engancha al espectador.

La década de los setenta ambienta muy bien, lo que una relación en cualquier zona del tiempo, significa y puede ser. Además de dejarnos en claro que el amor no tiene edad, de todas formas te vuelve un completo idiota.

Ahora, el guion y sus situaciones están tan bien escritas que todo es como leer un libro netamente detallado. Nunca te describe las intenciones o los pensamientos de los personajes, pero las miradas, las acciones y el lenguaje cinematográfico están hablando entre líneas. ¡Tremendamente poderoso!

Aunque no es lo mejor de Paul Thomas Anderson, lo que sí creo es que va captar a un tipo de espectador mucho más joven que de aquí en adelante pueda seguirlo en películas subsecuentes. La idea es, tanto con Phantom Thread como Licorice Pizza, retratar que el juego del amor es siempre a escondidas. No dejarme saber que la o lo necesito, para así mantener una independencia emocional y de alguna, entrar en un lugar seguro dentro del terreno de lo insano del amor, pero también del deseo químico y carnal.

No puedo aventurarme a decir que esta película vaya arrasar con los próximos #Oscars2022, pero, lo que sí puedo decir es que una vez intoxicado cómo está historia no la podrás sacar de tu mente.

Licorice Pizza «es la historia de Alana Kane y Gary Valentine en el Valle de San Fernando, California en 1973, mientras ellos crecían, se divertían y se enamoraban».
Luis Toriz

Por Luis Toriz
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