No se puede agregar mucho a una de las mejores películas de la historia del cine. Es irreprochable la forma en que Francis Ford Coppola abordó la historia de Mario Puzo para el cine.
En ese entonces el realizador era muy joven y tenía solamente alguna películas menores sin importancia, que servían más como ejercicios cinematográficos que largometrajes efectivos. Aún así Paramount Pictures le ofreció el trabajo de adaptar y dirigir, junto con Mario Puzo, El padrino.
El escritor neoyorquino, Mario Puzo, ya había hecho historia con su novela en 1969, con más de diez millones de copias vendidas y estuvo 67 semanas entre los libros más vendidos en las listas del New York Times. Paramount Pictures se compra los derechos de la novela y decide escoger a un realizador novato, endeudado, con Tres películas que lejos de ser éxitos, representaron números rojos.
La apuesta de Paramount era muy fuerte a Coppola. Lo que le gustaba a la productora es que Coppola era de ascendencia italoamericana. En el proyecto se había considerado a Elia Khazan y Sergio Leone. Sin embargo era una tendencia de esa década confiar importantes proyectos a talentos noveles para manejar grandes producciones.
Aún así, no creamos que Coppola estaba muy interesado en realizar una película de gansters, sino todo lo contrario. Pero cómo su economía personal no estaba del todo bien, pues se vio forzado a aceptar por un pago de 125 mil dlls y un 6% de la taquilla.
El trabajo de guion de Coppola con Puzo fue muy cercano. En habitaciones contiguas se pasaban borradores de lo que serían algunas situaciones de la novela que podrían estar en la primera película y otras en una posible secuela.
De esta manera, El padrino se volvió una obra del cine neoclásico al más puro estilo del cine de los años cuarenta de los Estados Unidos. Aunque Coppola incorporó mucho de su propia dinámica familiar, logró amalgamar la historia de Puzo y sus propias anécdotas como descendiente italiano viviendo en norteamerica.
Para Coppola, El padrino era su primer gran película. Dementia 13 (1963) fue uno de sus proyectos más importantes, pero era bastante infravalorado. Sus colegas de generación, Bryan de Palma y Martín Scosese crecieron personal y profesionalmente con él y fueron los que le aconsejaron que aceptara el proyecto.
A partir de 1972 y después de El padrino, Francis Ford Coppola se convirtió en el realizador y autor cinematográfico norteamericano más importante de la década. Con cuatro películas nivel “obras maestras” como: El padrino (1972), The conversation (1974), El padrino 2 (1974) y Apocalipsis Now (1979). Todo esto con una solidez y técnica cinematográfica fuerte, contundente, pero ahora con el tiempo, inapelable.
Marlon Brando fue la primera opción para ambos, tanto Coppola como Puzo, para interpretar a Vito Corleone. Aunque el actor tenía fama de ser un actor problema y sus dos películas anteriores habían sido un rotundo fracaso, se le pidió que hiciera una prueba de casting bajo estrictas reglas de la productora y Coppola. Se le redujo el salario a 50 mil dlls, mucho menos de lo que ganaba ya como un veterano de Hollywood. El actor era tan problemático y difícil que cuando gano el Oscar como Mejor Actor, no asistió a la ceremonia, enviando a una nativa norteamericana a recoger su premio, en protesta del histórico abuso y desplazamiento cultural que los fundadores de los Estados Unidos habían causado a estas tribus.

Casualmente, en ese tiempo se filtró una conversación de la mafia italiana, La cosa nostra, donde expresaban que el actor ideal para interpretar a Vito era Paul Newman. Tampoco nadie quería a Al Pacino y Paramount Pictures colocó un vigilante a Coppola para mantenerlo a raya en todas las decisiones creativas, incluida su idea de Al Pacino como Michael Corleone.
Las tensiones dentro de Paramount por todas las decisiones de Coppola dentro de la producción hicieron que Coppola hiciera casting para este personaje, que más adelante se convertiría en el más importante de la historia: Robert DeNiro, Martín Sheen y James Caan, hicieron pruebas pero ninguno se quedó con el personaje, auqnue sí dentro de la película. No podían decidirse por ninguno, lo demás es historia. Robert DeNiro fue escogido para la segunda parte, interpretando a Vito Corleone de joven, personaje por el que ganó el Oscar a mejor actor.
De esta forma desde el guion, la historia y la novela de El padrino es la mejor mezcla entre un cine neoclásico cinematográfico y el melodrama novelesco con el cine de gansters. Una mezcla que resultó brutal, demencial y que ahora es una de las obras de la historia del cine más fuerte y respetada de todos los tiempos.
Ahora ya se encuentra en cines por pocos días para verla en una edición remasterizada, restaurada por su 50 aniversario, que por supuesto deberían a ver todos ya este fin de semana cueste lo que cuesta. ¡Imperdible!

Por Luis Toriz
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