Los Hijos del Sol, el tesoro de una juventud perdida

El director iraní Majid Majidi se ha caracterizado por enfocar muchos de sus relatos en la lucha de sus personajes para sobrevivir o salir adelante en un país que no les da muchas opciones para hacerlo. Desde la reconocida Los Niños del Cielo (1997) donde la relación entre dos hermanos es vista a través de la búsqueda de un par de zapatos perdidos y las aventuras para recuperarlos, pasando por El Color del Paraíso (1999) donde un padre enfrenta el dilema de seguir criando a su hijo o abandonarlo, hasta The Song of Sparrows (2008), donde un padre se enfrenta al choque cultural de trabajar en una urbe para poder ayudar a su hija a recuperar su aparato de audición.

En sus obras vemos la condición humana de la forma más pura. Y su más reciente filme, Los Hijos del Sol, se enfoca en una premisa que tiene tintes de una cinta, acerca de un robo que sirve como el perfecto pretexto para mostrarnos una problemática dura de enfrentar: los millones de niños obligados a trabajar debido a la falta de recursos, oportunidades o apoyo por parte de su familia o la misma sociedad en la que viven.

Justamente es a ellos a quien Majidi dedica esta cinta en su inicio, sin dejar de lado a todos los que luchan por sus derechos. A partir de ahí, vemos cómo un grupo de cuatro jóvenes, liderados por Ali (Roohollah Zamani) intenta ejecutar el robo de las llantas de un automóvil de lujo dentro de un estacionamiento para conseguir un poco de dinero.

Acompañado por el pequeño Abolfazl (Abolfazl Shirad), que junto a su hermana buscan la mejor manera de sobrevivir en el agujero donde la comunidad afgana vive, por el hábil Reza (Mani Ghafouri), que tiene dotes para el fútbol pero no la forma de conseguir una oportunidad por su clase baja y el grandulón Mamad (Mahsi Mousavi) que trata de buscar las mejores oportunidades de trabajo a pesar de su conflicto con un padre alcohólico y vicioso, los cuatro jóvenes se unen en la búsqueda de un sueño: encontrar un tesoro oculto debajo de un cementerio.

Para llegar a él, tendrán que entrar a la escuela, ponerse a estudiar y buscar la entrada al sótano que será el inicio para la aparente aventura que les espera. Sin embargo, este robo bien intencionado por parte de estos niños es el pretexto para que Majid nos hable de temas mucho más importantes donde la crítica social se hace presente sin caer en la pornomiseria o el chantaje emocional.

A través de los cuatro protagonistas, podemos ver no sólo los diferentes problemas que los atañen a nivel personal sino la falta de solución ante ellos, algo que los lleva a buscar trabajo de manera legal o ilegal. Es su llegada a la Escuela del Sol la que cambia su perspectiva acerca de ese mundo que los rodea y que parecía escupirles en la cara. Gracias al cobijo del vice director Rafie (Javad Ezati), ellos consiguen una oportunidad que nunca se les habría ofrecido, independientemente de que sus intenciones no sean en absoluto las mejores de inicio.

Majidi juega con los sueños de estos niños, su concepción del tesoro que buscan y que para cada uno es algo diferente. A su vez, vemos estos discursos críticos donde la discriminación y el abandono es una constante pero que dentro de esta escuela gratuita se olvida al buscar forjar un mejor futuro para los jóvenes otorgándoles uno de los mayores tesoros, pero sobre todo un derecho fundamental, como lo es la educación.

Ali y sus compañeros enfrentan este drama día a día, donde las diferencias pesan más en un mundo al que parece ejercer la mano dura sin pensar en el futuro dejando que los jóvenes sean explotados de manera criminal por gente que abusa de su poder o edad, por autoridades a quienes les importa más el dinero que la educación y ante una justicia que discrimina por raza o credo en lugar de ofrecer el trato equitativo a todos.

Todo esto ocurre alrededor de una simple historia, de un robo que, para Ali y sus amigos, significa la realización de un sueño, de conseguir lo que por fin los libere de todas esas problemáticas que los siguen sin darse cuenta que su entorno va cambiando ante ellos y sus prioridades también al enfrentarse a la realidad de que no todo lo que brilla es oro y no todo tesoro es material.

Así, estos niños del Sol de Majidi nos demuestran un relato dramático donde los sueños parecen alejarse de las manos y de un futuro que no luce prometedor ante la falta de oportunidades y derechos para todos aquellos niños que tienen que sobrevivir día a día, escapándose así el tesoro de la juventud que parece estar un tanto perdida.

A.J Navarro

Por A.J. Navarro
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