La sombra cinematográfica de Hitchcock: Rebeca

¿Cuántas veces no se han realizado remakes de películas incunables y resultan ser pésimas, innecesarias y hasta un insulto al propio director original?

En los noventas Gus van Sant aceptó un proyecto que involucraba un remake de Psycho. No debe de ser fácil llevar un peso tan Grande en los hombros, sin embargo el vencer y salir airoso del reto puede suceder. Obviamente Gus van Sant se vio abrumado por la responsabilidad y decidió tomar el camino fácil de hacer un cuadro por cuadro de la película clásica, solo cambió a los actores, pero era igual. Aún así creo que de cualquier forma el proyecto estaba destinado al fracaso total.

Los casos de éxito al respecto son muy pocos, tenemos a Luca Guadagnino con el remake de Suspiria, que estaba consciente del clásico que estaba invadiendo y decidió dejarlo intacto casi en su totalidad y proponer algo muy distinto en estética, historia e intención. La respuesta claro que fue desconcertante para muchos, el proyecto dividió opiniones pero, la mayoría de la crítica estuvo de acuerdo en que el director respetó el estilo de la clásica al ni si quiera intentar imitarla, ese probablemente fue su más grande acierto.

Hablar de un remake de Rebeca de Stephanie Dumaurier y sobre todo de la adaptación de Alfred Hitchcock es más que un reto, es una trampa que, con mucha surte y talento te puede ir regular. Ben Wheatley se propone a hacer un riesgo en su carrera como director dirigiendo una rea adaptación del clásico gótico literario con Rebecca, de la mano de muy buenos productores y ha salido airoso.

La adaptación no es pretenciosa respecto a su original, no pretende igualarla, pero tampoco parecérsele, al igual que Luca con Suspiria Ben se trata de alejar lo más que puede del estilo Hitchckoniano y trata de imprimirle su sello y pienso que lo ha logrado. Sin duda tiene sus caídas garrafales porque su original ganó un Oscar por mejor película en los años cuarenta. Tenía Jane Fointaine y el legendario Laurence Olivier y bajo la tutela en producción de David O’ Selznick, al mismo tiempo fue la primera película en Hollywood de Hitchcock y, a partir de aquí fue un parteaguas en romper con el paradigma acerca de dar todo el mérito al productor.

Ben Wheatley juega con su propia capacidad de dirección de actores al pedirle a Lily James una ingenuidad parecida a la de Fontaine pero con algunos giros emocionales que coquetean un poco con el cine de horror gótico, con lo onírico y el suspenso psicológico. Armie Hammer como Max de Winter es magnético pero no tan misterioso como Olivier y, aceptémoslo, Laurence Olivier era dueño de una personalidad innegable, atractiva y aparte de un talento prodigioso para llevar un personaje con capas emocionales tan complicadas.

Mención aparte para Kristin Scott Thomas como Miss. Danvers. Puedo decir que incluso es hasta más agresiva, emocionalmente hablando, con el personaje principal. El personaje de la adaptación de Hitchcock con Judith Anderson habitaba más en el misterio y en el deber ser de una Ama de llaves de una mansión tan famosa como lo es Manderley. Pero sin duda Thomas le imprime una ira distinta, un coraje diferente al personaje que la vuelve mucho más siniestra y vengativa. Sus intenciones sí son más obvias, sin embargo esto no la hace menos atractiva.

Entiendo perfecto  que la película tendrá su grupo de detractores por el solo hecho de atreverse a tocar de esta manera un clásico, aún así yo al ser un fan del trabajo hollywoodense de Hitchcock reconozco que Ben tenía un peso impresionante en los hombros, pero le ha impreso su propio estilo visual y de montaje. Tiene guiños al trabajo de Alfred y hubiera sido valido que tampoco lo hiciera, pero, no es un desastre completo como Psycho. Ben se enfoca mucho más en los personajes a  cuadro y deja lado al fantasma de Rebeca y, aquí sí cabe una ligera comparación;, no lo trata como Hitch, no es un personaje más, es una sombra onírica en la mente de la nueva Miss de Winter, de otra manera aquí sí hubiera sido pretencioso intentarlo abordar cómo Alfred lo hizo, aunque sí le quita fuerza al relato y al discurso gótico, pero pienso era sumamente necesario para marcar su diferencia a la clásica.

En resumen Rebeca de Ben Wheatley bajo la tutela de Netflix es un romance gótico, una respetable adaptación que no pretende más que actualizar el relato de Dumaurier para una nueva generación, pero que tampoco pretende entrar en las agendas forzadas en las que el cine ha estado tocando. Se mantiene sobria, digna y tiene un gran cast que saca las actuaciones de manera respetable sin tampoco colocarse a la altura de sus clásicos .

Luis Toriz

Por Luis Toriz
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