(The Hunt, Craig Zobel, 2020)
La crítica social es algo que cada vez resulta más constante ver en el mundo del cine. Ya sea desde aquella obra coreana de Bong Joon Ho, Parásitos (2019) que ganó el Oscar por su profunda analogía de la diferencia de clases y las diferencias entre ellas o, ya en materia del terror/suspenso, a Jordan Peele y su crítica al nuevo racismo en EEUU con ¡Huye! (2017).
Justo en este género toca el turno al director Craig Zobel (Compliance, 2012) el mostrarnos un relato que busca burlarse de los extremos de los ricos progresistas así como las posturas radicales del «white trash» estadounidense en La Cacería (The Hunt), donde pareciera que la realidad imita la ficción dentro de este pequeño universo de ficción.
La premisa nos presenta a un grupo de personas que despiertan en un lugar sin saber cómo o porqué fueron llevados al mismo. Sin embargo, pronto se darán cuenta que fueron elegidos para un propósito específico, un evento conocido como La Cacería. Pero ¿qué hay detrás de esta peculiar lucha por su supervivencia?
Inicialmente parece que estamos ante una mezcla de comedia negra con survival horror que juega con el espectador durante la primera media hora, donde pareciera que esta Cacería a la que hace alusión el título rompe ciertos arquetipos acerca de su protagonista, jugando incluso con la cuestión de quién será el guía principal dentro de esta fórmula.
Al definir quién lleva las riendas de la película, ésta ya demostró varios puntos acerca de su postura, misma que otorga críticas a las teorías conspiratorias de Internet, a esa clase media baja de la sociedad americana que busca siempre culpables ante sus problemas pero sobre todo define una línea de burla hacia esos blancos progresistas que buscan la corrección y eliminación de este tipo de ignorancia.
Este tema es básico en la cinta aunque no siempre muy bien aterrizado, ya que los blancos ricos son ridiculizados de buena forma, haciendo así una crítica a esas posturas que algunos tienen y su falsa concepción de que pueden cambiar las cosas por ser mejores, superiores en educación, moralidad y en nivel, demeritando constantemente a los cazados.
Pero esa es la graciosa ironía de la cinta que a veces no es tan bien aterrizada. La constante burla y erradicación de estos personajes cazados hace énfasis en la estupidez de estas mentes falsamente progresistas que no hacen nada por mejorar al mundo y creen que lo que hacen siempre es correcto aunque sea algo nefasto.
Es ahí donde entra el contrapeso de Snowball (Betty Gilpin), personaje que toma su rol protagónico dentro de esta dinámica rompiendo las expectativas establecidas por este grupo principal y llevarles la caza hacia ellos. Ella es quien da una voz irónica a estos renegados sociales, a la clase media baja de donde ella proviene y que incluso termina por resaltar esa mentalidad torpe que hay por ambos lados.

Snowball (Gilpin) toma una fortaleza interesante en su rol, mismo que se contrapone con el personaje de Athena (Swank), líder de esta clase alta que acaba haciendo más mal que bien. Lo interesante resulta en ver poco a poco cómo ellas dos acaban siendo algo que exalta las diferencias de sus respectivas clases sociales pero que al final resultan ser similares.
La estética de la cinta corresponde a un ambiente de tensión, relajando la musicalización y los escenarios, mismos que mezclan la naturaleza misma con la ferocidad fría empresarial así como una sensación de cierta crudeza fársica. Esto, aunado a una edición bastante efectiva hacen de esta cinta una experiencia entretenida que fluye muy bien durante su hora y media de duración.
Aderezado de mucha violencia y tintes de gore, el guión resulta interesante pero poco claro en su intención. Los simbolismos que maneja, las bromas ácidas acerca de la corrección progresista mal llevada regalan al espectador unos cuantos guiños acerca de esa crítica social que siempre se siente en su ambientación y los hechos que se desarrollan pero que acaba por no ser lo suficientemente incisivo ya que a pesar de romper ciertos modelos del género, la cinta no acaba por poner el dedo en la llaga conforme a esos temas, dejándolos muy al aire.

Así, La Cacería se convierte en un ejercicio cinematográfico donde el subtexto del mundo en el que vivimos, lleno de absurdos y algunos pensamientos progresistas inocuos carentes de fundamento, donde la violencia y el humor negro tratan de ser provocativos para ponernos a pensar en estos líos pero no logra hacerlo de manera clara, cayendo en el efectismo desmedido de una película muy entretenida pero con falta de sustancia.
Esta cinta estaba planeada para estrenarse en cines pero la pandemia retrasó su estreno. Sin embargo, esta «cacería humana» ya se puede ver en cines selectos del país.

Por A.J. Navarro
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