MALDITA, en búsqueda del nuevo éxito fantástico

Maldita
(Cursed, 2020)

La nueva apuesta de Netflix por el género fantástico recae en manos del proyecto hecho conjuntamente por Thomas Wheeler y Frank Miller. Basada en las leyendas arturianas clásicas, estas dos mentes crearon un relato alterno donde levantan la cuestión de qué sucedería si la Espada de Poder, mejor conocida como Excalibur, hubiera escogido una reina en lugar de optar por Arturo.

Esta es la premisa de la novela Maldita, misma que el gigante del streaming adquirió incluso antes de ser terminada para poder realizarla en un live action donde la actriz Katherine Langford (13 Reasons Why) fuera la protagonista llamada Nimue. El showrunner de esta adaptación es Alex Boden, otro viejo conocido de Netflix ya que estuvo detrás del éxito de la serie Sense 8.

Lo que más llamaba la atención de esta nueva serie era sin duda esa premisa que nos ofrecería una vision diferente a lo que estamos acostumbrados a ver usualmente cuando nos referimos a estos relatos. En ello recaía una de sus mayores fortalezas de inicio, ya que mas allá de sentirse como algo obligado por una corrección política, sonaba a algo refrescante que propusiera una heroína y un enfoque femenino poderoso.

Tristemente, conforme los episodios se van desarrollando, vemos que la serie comienza a tener problemas en muchos aspectos donde pareciera que desaprovechan las oportunidades de ese enfoque para caer en fórmulas que ya hemos visto últimamente en Game of Thrones o hasta en otras producciones de Netflix como The Witcher.

En este mundo de ficción creado por Wheeler y Miller hay personajes variados que acompañan a Nimue (Langford) en su trayecto. Algunos de ellos están bastante bien desarrollados y otros dejan mucho que desear, sufriendo cambios en su personalidad que se sienten innecesarios o metidos con calzador por el famoso tema de la inclusión olvidando un poco el buen desenvolvimiento del relato.

Aunque Nimue es un personaje fuerte, se enfrenta a algunas dudas en la novela, situación que en la serie no se siente del todo creíble y mas bien da una apariencia demasiado endeble ya que Langford no logra transmitir del todo esa rudeza o rebeldía innata en su personaje. Sin embargo, es una fortuna la aparición de Merlin (Gustaf Skarsgard) en la serie, rol que se roba el show cada vez que aparece gracias al buen trabajo de quien lo interpreta y a un interesante giro en su arco dramático.

Al hablar de los personajes secundarios, tenemos los mismos resultados irregulares, ya que si bien sirven a la causa de los protagonistas, unos tienen mas importancia que otros que quedan muy en el olvido para que, suponemos, tengan un mejor arco en futuras temporadas si es que las consiguen. Tal es el caso de Arturo (Devon Terrell) , que sirve como buena contraparte para Nimue al ser un tanto desmitificado del rol del noble héroe y líder al que estamos acostumbrados ver en este mundo de leyenda.

El problema se presenta con personajes como Igraine (Shalom Brune-Franklin) cuyo personaje cumple con calzador la cuota de inclusión de la serie siendo diferente a lo propuesto en la novela, entre otros pequeños secretos y subtramas que si bien están de alguna manera delineadas no pueden evitar caer en los típicos arquetipos del género o estar meramente de sobra, como el caso de Pym (Lily Newmark), reducido a un «comic relief» muy barato.

Otro problema que presenta esta serie es su tono, mismo que nunca acaba por definirse de buena forma y oscila entre un relato a lo young adult muy juvenil para pasar abruptamente a lo violento, sangriento y con aires de temas más adultos. Esto contrasta con la hechura técnica del programa ya que muchos aspectos como el diseño de arte, vestuario y fotografía cumplen y ayudan a que el relato funcione mas allá de ese constante choque de enfoques que nunca acaban por complementarse.

Resulta curioso que las atmósferas fantásticas si se generan de buena manera aunque a veces la serie cae en su ritmo al ofrecer episodios que se sienten más como un pretexto para alargar el relato sin que eso sea del todo necesario mostrando así un problema en su guión. Irónicamente, tanto Wheeler como Miller defienden este punto de las diferencias entre una adaptación y la obra escrita diciendo que se complementan entre sí, cosa que resulta un tanto falsa debido a que hay cosas que son calcadas de la novela pero a su vez hay cambios que buscan un desarrollo más dramático o de desarrollo de personajes que no funcionan jamás.

En medio de esta lluvia de aciertos y errores en este mundo fantástico que cobra vida en 10 episodios, la serie podrá resultar ser entretenida sin llegar a ser aquello que prometía: un enfoque diferente, femenino, poderoso acerca del destino de la espada y la cuestión de que sucedería si una reina fuera la elegida. En su lugar, desaprovecha estas chances para crear un universo fantástico funcional pero que no se complementa muy bien, regalándole a la audiencia un final tan abrupto que se siente forzado y hasta poco emocionante.

Si bien Maldita podrá encontrar en un público juvenil al nicho que necesita para seguir contando el relato de Nimue, esto no significa que esta temporada resulte atractiva para todos o que ofrezca un cliffhanger que entusiasme, cayendo más en lo anticlimático que en lo funcional. Así, la experiencia buscada por sus creadores se queda en una buena intención que si bien puede resultar entretenida nunca encuentra el camino definido hacia lo que Netflix, Wheeler y Miller buscan: un nuevo éxito en el género fantástico que se complemente y sea un tanto refrescante u original.

A.J Navarro

Por A.J. Navarro
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