Perdí mi cuerpo: la memoria evocada por los sentidos

La película francesa Perdí mi cuerpo (2019), dirigida por Jérémy Clapin, es una de las nominadas al Oscar en este 2020, en la categoría de animación. Se puede asegurar que esta nominación no es en gratuita, ya que es un filme extraordinario acerca de los sentidos del cuerpo humano y los recuerdos que estos evocan y, además, una metáfora respecto a la pérdida y su superación.

J’ai perdu mon corps (2019)

La historia se sitúa en París, la ciudad de las luces y del amor, como muchas películas francesas lo han ilustrado. Curiosamente, en este filme, también es la ciudad de la tristeza, el dolor, el desamor, el trabajo y la prisa. Es a través de un atinado montaje como se dibujan dos protagonistas: el joven Naoufel y una mano perdida. Sumando al montaje, la animación cuidada y lograda tanto para los momentos fantásticos como para los realistas, resultan en un producto visual y emocionalmente hermoso.

Naoufel es un repartidor de pizzas, quien perdió a sus padres en un accidente automovilístico. El filme hace hincapié en la niñez de Naoufel, y la convierte en un momento esencial de su vida para conocer el mundo mediante los sentidos (vista, oído, olfato, gusto y principalmente tacto). Así se sabe Naoufel gustaba de hacer grabaciones de lo que escuchaba en casa, de las interpretaciones musicales de su madre, del zumbido de una mosca. Ahora, Naoufel experimentará una nueva sensación, el amor. Bastará escuchar la voz de Gabrielle y conversar, para enamorarse de ella.

Por otra parte, durante la cinta se observa a una mano que, con mucha perseverancia y esfuerzo, busca al cuerpo del que fue separada. Sí, como en Los Locos Addams, esta mano tiene inteligencia, vida y memoria propias. En medio de peligros y riesgos, esta extremidad vivirá toda una aventura para reencontrarse con su origen, mientras evoca recuerdos de aquello que ha tocado.

Esta mano indefensa genera simpatía y emoción en el espectador, pues se encuentra perdida en medio de una gran ciudad. El saber qué le pasó para estar en esa situación, construye un suspenso sólido, y quienes miran se preocupan por ella y su destino. Una de las características más destacada de esta mano vagabunda, es la memoria que conserva del cuerpo al que perteneció. Así como en los deportes se dice que los músculos tienen memoria y recuerdan el trabajo realizado, así esta mano sabe que pertenece a algún lugar, y ahí es donde debe estar, tal como lo hacen los seres humanos.

Con una música delicada y casi siempre melancólica, ambas historias se irán descubriendo como una, y se conocerá cómo empezó todo. Perdí mi cuerpo no es una película dirigida al público infantil, su tono serio le habla a los adultos sobre la perdida, dolorosa y agotadora, no sólo respecto a las personas, como sería un fallecimiento, sino también de las relaciones personales, los objetos, y aquello que en muchas ocasiones consideramos como «nuestro».

Perdí mi cuerpo es un filme poético sobre el cuerpo humano, las experiencias sensoriales y la manera en que, finalmente, después de ver tantos lugares y conocer tantas personas, los seres humanos somos capaces de dejar ir nuestros dolores, disfrutar nuestros recuerdos, y comenzar nuevas y emocionantes experiencias.

En 2019, J’ai perdu mon corps, en su nombre original, fue ganadora el Premio de la Semana de la Crítica del Festival de Cannes. Está basada en la novela Happy Hand, escrita por Guillaume Laurant, quien participó, al lado de Jean Pierre Jeunet, en el guion de Amélie.

Perdí mi cuerpo está disponible en la plataforma de streaming Netflix, y es un filme obligado para la comunidad cinéfila.

Por Sara Zapién

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